Foro Cultura y Naturaleza

Del 22 al 24 de agosto de 2022 – UIMP – Santander

La despoblación del medio rural español es uno de los problemas más acuciantes de nuestro país. En los últimos años la cuestión de la «España vaciada» se ha convertido en noticia permanente y en tema recurrente del debate político. Entre las muchas las consecuencias negativas de ese abandono están la pérdida de un rico patrimonio cultural, la desaparición de un paisaje milenario y el olvido de una memoria colectiva intensamente ligada a la tierra y al trabajo de ella.

El objetivo principal de este curso es analizar los factores que actualmente siguen promoviendo esas migraciones del campo a la ciudad, las consecuencias que se derivan de ello y, sobre todo, plantear un horizonte esperanzador mostrando algunas iniciativas que se están llevando a cabo en diferentes escenarios. Aunque nos encontramos ante un problema que aqueja a toda la España interior, los análisis de casos se centrarán especialmente en las comarcas más afectadas de Cantabria, como son las de Campoo y los valles meridionales.

Desde esas perspectivas, el contenido de las diferentes intervenciones quiere hacer un recorrido amplio por los aspectos más diversos del problema. Así, distintos profesionales expondrán sus experiencias, tanto desde el análisis vivencial como desde el académico y profesional, valorando las circunstancias que han provocado esta situación y los efectos causados. Pero más allá del lamento que puede anclarnos a un añorado pasado que no va a volver, o acomodarnos en un presente un tanto sombrío y aquejado de incertidumbre y parálisis, se quiere incidir especialmente en una serie de propuestas y proyectos, tanto personales como institucionales, que ya se están desarrollando para revertir la situación y que tienen la cualidad común de ser abiertamente innovadores.

El curso va dirigido a un amplio alumnado, desde estudiosos del fenómeno de la despoblación, hasta agentes implicados en el problema, tanto del sector público como del privado. Igualmente, de acuerdo al contenido de las distintas intervenciones, va orientado hacia personas interesadas por el patrimonio cultural y la geografía humana, así como a promotores que quieran poner en marcha nuevos proyectos en este mundo rural que está experimentando una singular transición.

PROGRAMA 

ENLACE » UIMP» 

Del 20 al 23 de julio de 2020 – UIMP – Santander

El despoblamiento rural se ha convertido en un fenómeno de sociedad, del que sólo hemos cobrado conciencia – tanto en lo público como en lo privado – al hilo del proceso de mutación social que vivimos desde los comienzos de este siglo.

La toma de conciencia sobre este problema, que ya resulta acuciante, ha sido progresiva y se ha producido desde perspectivas muy diferentes. Las más de las veces, desde una perspectiva “top down”, por utilizar el lenguaje anglosajón y no a partir del propio medio rural. Que correspondería –siempre en lenguaje anglosajón – a eso que se denomina “bottom up”.

Este Foro se propone analizar las causas, las propuestas realizadas a diferentes niveles y tantas veces fallidas para remediarlo, la realidad y los recursos del mundo rural – entre otras cosas, como cultura y como “forma de vida” – para  invertir esa tendencia que esclerotiza y empobrece nuestra sociedad.

Algo cuyo principal componente, más allá de planes, programas y políticas, deberá centrarse en hacer posible la vida en el mundo rural, para que sus habitantes, sus recursos y sus culturas formen parte sustancial del nuevo modelo de sociedad que nuestra época está forjando.

PROGRAMA 

TRIPTICO 

ENLACE » UIMP» 

Del 2 al 4 de julio de 2018 – Palacio de La Magdalena – UIMP – Santander

El Parlamento Europeo y la Comisión Europea decidieron conjuntamente que este año de 2018 se celebre el Año Europeo del Patrimonio Cultural. Es la tercera vez que las instituciones europeas lanzan una campaña semejante, de ámbito continental. Lo hizo anteriormente el Consejo de Europa en 1975 y, por decisión de la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno celebrada en Viena (1993) el año 2000.

El Año 1975 supuso el comienzo de las políticas europeas de Patrimonio Cultural, la definición de un nuevo concepto de patrimonio cultural – más amplio, con inclusión de nuevas categorías de bienes – y la introducción de ese concepto en las políticas de planificación urbanística y de Ordenación del Territorio.

Este año, sentó las bases para la elaboración dos nuevos instrumentos o Tratados internacionales, ya con eficacia jurídica en el territorio de los Estados que los han firmado y ratificado: el Convenio para la Salvaguarda del Patrimonio Arquitectónico de Europa (Granada, 1985) y el Convenio para la Protección del Patrimonio Arqueológico de Europa (La Valetta, 1992).

La Campaña del año 2000, llevó a sus últimas consecuencias este nuevo concepto y confirió al territorio una dimensión claramente patrimonial, a través del Convenio Europeo del Paisaje (Florencia 2000), ya en vigor también en la mayor parte de los países europeos, con todo lo que ello comporta en el plano de la organización del espacio, de la vida cotidiana de los ciudadanos y de la cohesión social.

La decisión conjunta de dedicar una nuevo Año al Patrimonio Cultural, por parte – esta vez – del Parlamento y de la Comisión de la Unión Europea – viene a recordarnos que el patrimonio cultural no es tan solo un conjunto de bienes históricos o artísticos, sino que está constituido por una serie de valores de orden espiritual, de orden ético y de orden intelectual, cuya expresión material constituye lo que hemos considerado, hasta ahora, como herencia cultural común de todos los europeos. Es un patrimonio de valores que define nuestra identidad, que ha hecho de lo que denominamos Europa una forma de ciudadanía democrática y que fundamenta nuestro propio modelo de sociedad.

Máxime, en un momento de convulsión y de fuerte mutación social como el que vivimos, cuando surge la necesidad de proponer un modelo de sociedad a las nuevas generaciones. De acuerdo con nuestro devenir como europeos, esa sociedad sólo puede ser de orden humanista y el patrimonio cultural, en el sentido en que ahora lo entendemos, constituye uno de sus factores esenciales. 

Esa tarea, sin embargo, exige innovación del sector público y con el sector privado, donde surgen nuevos actores: se multiplican las Fundaciones, Asociaciones, Colectivos profesionales y sociales, o las iniciativas individuales de las personas físicas, simples ciudadanos muchas veces, que comparten esa misma ambición. El Foro analizará esas diferentes iniciativas, ya se trate de conservación o de restauración, de acceso social a esos bienes o de su divulgación, de instituciones públicas o de propietarios de bienes muebles o inmuebles entre los cuales cala, cada vez con mayor fuerza, esta nueva inquietud social. Con especial participación de los responsables de comunidades educativas y pedagógicas, en el marco de los sistemas escolares o de las actividades extraescolares, que deben hacer inteligibles los bienes culturales y los valores que esos bienes encarnan.

Su correcta interpretación, por parte del sector público y del sector privado constituye la mejor contribución a la definición de ese modelo de sociedad que hemos de forjar, a partir de lo que hemos sido, de lo que somos y de lo que las nuevas generaciones aspiran a ser en el futuro.

PROGRAMA 

CARTEL

Del 10 al 12 de julio de 2016 – Palacio de La Magdalena – U.I.M.P. – Santander

Se han multiplicado en estos últimos tiempos los itinerarios culturales y naturales, tanto a nivel europeo como a nivel nacional, regional o local en los diferentes países europeos. En algunos casos – la ruta de la seda, por ejemplo – esos itinerarios transcienden el continente europeo. Parece como si el senderismo y los “green ways”, tan populares en épocas pasadas vayan cediendo terreno – o territorio – a los itinerarios culturales, “senderos con argumento”, que se han convertido en un fenómeno social. Ya sean itinerarios de peregrinación, con el Camino de Santiago a la cabeza y su lógica prevalencia espiritual, ya itinerarios que recuerden hechos y  personajes, históricos, ya caminos que inviten al conocimiento, comprensión o lectura del paisaje y otros valores naturales.

Su proliferación ha sido tal, que poco a poco van formando auténticas redes sociales sobre el territorio. La inscripción de itinerarios de peregrinación o de itinerarios culturales en la Lista de Patrimonio Mundial de la Unesco, la creación de un Acuerdo Parcial entre los Estados interesados por el Consejo de Europa para gestionar sus propios itinerarios culturales, la existencia del Instituto Europeo de Itinerarios Culturales en Luxemburgo – decano de este fenómeno en el ámbito europeo – prueban su creciente dinamismo y aceptación social. La inminencia de algunas celebraciones, como el Año Santo Lebaniego, traslada ese dinamismo a ámbitos muy concretos, con programaciones extraordinarias por parte de las Administraciones respectivas.

Muchos de estos itinerarios, su recorrido, sus puntos culminantes, su patrimonio cultural o natural y su propio devenir histórico, han sido objeto de discusión, estudio diseño e investigación a medida en que se incrementaba su frecuentación. Se han conciliado, incluso, aspectos que parecían difíciles de fusionar, como es la ya mencionada dimensión espiritual y cultural  de algunos itinerarios, especialmente en aquéllos que históricamente fueron, además, una vía de civilización, como es el caso de los Caminos de Santiago. Todos los itinerarios – especialmente los que se recorren a pie – han constituido un espacio común, al que acuden y que recorren decenas de miles de personas, especialmente jóvenes de diferentes procedencias geográficas, espirituales y culturales.

Pocas veces, sin embargo, se ha puesto de manifiesto y se ha promovido el hecho de que caminar es una forma de conocer. De conocer el paisaje, de conocer el territorio, de conocer la historia. Pero, también, una gran oportunidad de conocerse a sí mismo y de conocer al otro, de conocer a la persona, hombre o mujer, con la que se comparte esa gran experiencia de caminar, de dialogar, de comunicar en definitivo, de admirar conjuntamente, apropiándose de bienes materiales e inmateriales, que resultan fundamentales para llenar ese vacío de convivencia que fragiliza nuestra sociedad y amenaza su cohesión.

PROGRAMA 

CARTEL

ENLACE EUROPAPRESS

7 y 8 de julio de 2014 – Palacio de La Magdalena – UIMP – Santander

Los montes y bosques en el mundo están adquiriendo una creciente importancia en todos los países. Además de las materias primas que proporcionan, básicas para el desarrollo y las economías locales, han aumentado su interés, entre otras cuestiones, ante el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la demanda de recursos hídricos y el consumo de naturaleza por las sociedades urbanas.

La Unión Europea aprobó en 2013 una nueva Estrategia Forestal que recoge cómo “La importancia socio-económico de los bosques es alta, pero a menudo subestimada. Los bosques europeos contribuyen al desarrollo rural y proporcionan alrededor de tres millones de puestos de trabajo. La madera sigue siendo la principal fuente de ingresos económicos, por lo que la Estrategia también contempla las industrias forestales de la UE vinculadas a la política industrial de la UE. La madera también se considera una importante fuente de materia prima para nuevas bioindustrias”.
En España el monte, tras los profundos cambios ocurridos en el campo en los últimos cuarenta años, tiene que recuperar su potencial para crear empleo y mejorar la economía de las poblaciones locales.

Para ello, se organiza este Foro Gestión Sostenible del Monte, Desarrollo Económico y Creación de Empleo que se estructura en tres bloques.

En el primer bloque de Política Forestal para el Desarrollo Económico y Social, se exponen las políticas forestales, las estrategias y planes forestales de la Unión Europea, y España y dentro de nuestro país, los de las diferentes administraciones autonómicas.
Se analizará la cadena de valor del monte, para crear bienes y servicios que satisfagan las demandas de los ciudadanos y la necesidad de una ordenación del territorio forestal que incentive la inversión, la agrupación de titulares de montes, los aprovechamientos forestales y su rentabilidad.

En el segundo bloque, Condiciones para la Gestión Sostenible del Monte y su Dinamización Económica, se examinan la necesidad de entender la legitimidad de la producción forestal, los nuevos aspectos técnicos de la gestión, como la Certificación Forestal, con especial atención a las nuevas demandas sociales y económicas a los bosques en la lucha contra el cambio climático, la defensa contra los incendios forestales, las plagas y enfermedades y el fomento del asociacionismo y de las agrupaciones forestales.

En el tercer bloque de La Empresa Forestal y su Contribución a la Recuperación Económica y Creación de Empleo, se tratan los asuntos relacionados con la gestión empresarial de los recursos del monte, su uso y aprovechamiento, las posibilidades de la industria forestal para generar empleo y su aportación al desarrollo rural, el comercio de los productos forestales y las oportunidades de la biomasa forestal para generar energía renovable.

PROGRAMA

ENLACE ENERGIA & CELULOSA

ENLACE MINISTERIO DE AGRICULTURA,ALIMENTACIÓN Y MEDIO AMBIENTE

ENLACE NOTA DE PRENSA MAGRAMA

ENLACE PRESS PEOPLE

ENLACE SALA DE PRENSA COLEGIO Y ASOCIACIÓN DE INGENIEROS DE MONTES 

Del 9 al 11 de julio de 2012 – Palacio de La Magdalena – U.I.M.P.

El objetivo del Foro es promover un debate sobre uno de los fenómenos más relevantes – e insospechados – de la globalización: la emergencia y progresivo interés del patrimonio local. Un patrimonio que responde a lo que el tratadista italiano Alberto Magnaghi denominó el proyecto local y que plantea no solamente una nueva forma de “ver” y de proyectar sobre el territorio, sino también una toma de conciencia sobre el propio patrimonio, ya sea territorial, paisajístico, rural, urbano, periurbano, arquitectónico, económico o social, entendido en términos de cohesión y desarrollo.

Identidad, planificación, proyección territorial, creación de una sociedad local, cooperación… son conceptos que se plantean en unos términos nuevos y surgen como contrapartida de megaproyectos territoriales, que destruyen muchos de los vestigios y de los procesos que permiten valorizar y entender el conjunto del propio territorio.

Curiosamente – de ahí la utilidad de explorar y debatir sobre su emergencia – este nuevo este nuevo fenómeno se plantea cada vez con mayor frecuencia y algunos autores llegan a considerar su interés y proliferación como un nueva forma de globalización “a ras del suelo”, que se desarrolla en proporciones y escalas diferentes a las que juegan en la globalización que actualmente invade nuestra economía, nuestro comercio, nuestra industria, nuestro urbanismo y, en último término, nuestro gran capital que es el territorio. En esta perspectiva, surge como una vía de acción potencial en la coyuntura económica actual.

PROGRAMA 

14, 15 y 16 de julio de 2010 – Palacio de La Magdalena – U.I.M.P.

En nuestra sociedad global y de la comunicación, todos nos hallamos inmersos en un proceso de profunda mutación social. Mutación de valores, mutación de conceptos, mutación de comportamientos individuales y sociales. Uno de los muchos fenómenos que caracterizan esos procesos – donde se funden las culturas, se confunden las religiones y se fusionan las razas – es la afección al patrimonio cultural. Unas veces, para profundizar en las propias raíces y confortar nuestra propia identidad, cuando no nuestras propias certezas. Otras, para aproximarnos, comprender y aceptar al otro.

Lo cierto es que nunca se había producido una evolución tan decisiva en el concepto mismo y en las prácticas de patrimonio, tanto cultural como natural, como en el curso de los últimos cuarenta años, desde aquélla primera Conferencia Europea de Ministros responsables de los Bienes Culturales, que el Consejo celebrara en Bruselas, el año de 1969. Siguieron los Convenios de la UNESCO, el Año del Patrimonio Arquitectónico Europeo en el año 1975, las Conferencias de Ministros y los propios Convenios del Consejo de Europa que, más allá de su influencia en las políticas y en las prácticas iniciaron una evolución del concepto mismo de patrimonio, en una diversidad tipológica también nueva, que fue desde la mera consideración del monumento aislado, hasta la noción de conjunto y la nueva noción del paisaje, en sentido amplio, hasta converger con la noción de patrimonio cultural en lo que hemos denominado muchas veces una nueva inteligencia del territorio. Una inteligencia que nos hace contemplar el patrimonio en su dimensión territorial.

Esa evolución ha sido compartida con entusiasmo por Gobiernos, Administraciones, medios universitarios y académicos, expertos y ciudadanos. Puede afirmarse que figura como una exigencia social, entre las reivindicaciones de los propios ciudadanos. Sin contar con el entusiasmo que desata la proclamación de sus valores entre los gobernantes o entre quienes aspiran a serlo. Basta con recordar los alardes y entusiasmos oficiales que desata la integración de una ciudad o de un monumento en la lista de Patrimonio Mundial. Nunca, podríamos decir si nos atenemos a esas muestras de entusiasmo, el patrimonio – tanto cultural como natural, habría alcanzado un grado de aceptación semejante. Y ello por parte de todas las culturas, religiones o grupos étnicos.

La realidad nos muestra, sin embargo, que el entusiasmo por esa evolución se torna, de forma sutil y perversa, en involución cuando se trata de traducir en realidades esos conceptos. Los procesos de planificación, la especulación del suelo o la explotación económica de esos bienes, por citar tan sólo algunos ejemplos, suelen producir un efecto contradictorio, que lleva a recorrer esa evolución en sentido inverso, hasta reducir las proclamadas de patrimonio en la intervención sobre monumentos singulares o paisajes pintorescos. Lo cual significa regresar, cuarenta años después, al punto de partida.

Se trata de una perversión, apenas perceptible en su trayectoria, pero enormemente visible en sus resultados finales, que el VIII Foro Cultura y Naturaleza se propone analizar, con la participación de quiénes han sido o son protagonistas de esa evolución, en sus diferentes niveles.

PROGRAMA 

DOSSIER DE PRENSA 

Santander, 14 – 16 de julio 2008 – Palacio de La Magdalena – U.I.M.P.

Uno de los temas más palpitantes de la actualidad es la utilización del territorio. Son numerosos los encuentros que, desde diversas perspectivas: espaciales, de planificación, de desarrollo, paisajísticas y de utilización del suelo, etc…, abordan la cuestión hasta convertirla en una cuestión de sociedad. Hasta ahora, el tema se ha abordado –tan sólo– desde planteamientos sectoriales y, en lo que se refiere a la opinión pública, el debate se ha centrado en sus aspectos más visibles y polémicos: especulación del suelo, urbanizaciones abusivas, planificación, corrupción. Son muy pocas, sin embargo, las veces en que el territorio se ha tratado de manera sustantiva, como un bien o riqueza patrimonial. Como un bien que se consume de manera más o menos sostenible, pero cuya consunción indiscriminada o, al margen de su consideración patrimonial, implica daños irreversibles y la destrucción de un bien común cuya recuperación futura resultará, la mayor parte de las veces, inviable.

Documentos recientes, como el Convenio Europeo del Paisaje, elaborado por el Consejo de Europa y que entró en vigor dentro del Reino de España el 1 de marzo, y el Manifiesto para una nueva Cultura del Patrimonio, elaborado por la Sociedad de Geógrafos Españoles, abren nuevas perspectivas a un tema cuyo planteamiento no ha hecho nada más que comenzar, como demostró la participación multitudinaria en el reciente Congreso Internacional EURAU’08, celebrado en Madrid durante el pasado mes de enero, y dedicado al tema de Paisaje y Territorio.

Por su parte, las nuevas políticas de patrimonio cultural, la extensión de la noción misma de patrimonio, su convergencia con la noción de patrimonio natural y la necesaria transversalidad de las intervenciones –doctrina de la conservación integrada del patrimonio cultural elaborada por el Consejo de Europa– hacen que esas nociones de patrimonio cultural y natural hayan convertido en una verdadera inteligencia del territorio.

El momento histórico resulta, pues, particularmente propicio para organizar un debate sobre las relaciones “patrimonio/territorio”, en la lógica que es propia a la Asociación Cultural “Plaza Porticada”, como contribución a una nueva percepción y consideración del territorio. Uno de los temas más palpitantes de la actualidad es la utilización del territorio. Son numerosos los encuentros que, desde diversas perspectivas: espaciales, de planificación, de desarrollo, paisajísticas y de utilización del suelo, etc…, abordan la cuestión hasta convertirla en una cuestión de sociedad. Hasta ahora, el tema se ha abordado –tan sólo– desde planteamientos sectoriales y, en lo que se refiere a la opinión pública, el debate se ha centrado en sus aspectos más visibles y polémicos: especulación del suelo, urbanizaciones abusivas, planificación, corrupción. Son muy pocas, sin embargo, las veces en que el territorio se ha tratado de manera sustantiva, como un bien o riqueza patrimonial. Como un bien que se consume de manera más o menos sostenible, pero cuya consunción indiscriminada o, al margen de su consideración patrimonial, implica daños irreversibles y la destrucción de un bien común cuya recuperación futura resultará, la mayor parte de las veces, inviable.

Documentos recientes, como el Convenio Europeo del Paisaje, elaborado por el Consejo de Europa y que entró en vigor dentro del Reino de España el 1 de marzo, y el Manifiesto para una nueva Cultura del Patrimonio, elaborado por la Sociedad de Geógrafos Españoles, abren nuevas perspectivas a un tema cuyo planteamiento no ha hecho nada más que comenzar, como demostró la participación multitudinaria en el reciente Congreso Internacional EURAU’08, celebrado en Madrid durante el pasado mes de enero, y dedicado al tema de Paisaje y Territorio.

Por su parte, las nuevas políticas de patrimonio cultural, la extensión de la noción misma de patrimonio, su convergencia con la noción de patrimonio natural y la necesaria transversalidad de las intervenciones –doctrina de la conservación integrada del patrimonio cultural elaborada por el Consejo de Europa– hacen que esas nociones de patrimonio cultural y natural hayan convertido en una verdadera inteligencia del territorio.

El momento histórico resulta, pues, particularmente propicio para organizar un debate sobre las relaciones “patrimonio/territorio”, en la lógica que es propia a la Asociación Cultural “Plaza Porticada”, como contribución a una nueva percepción y consideración del territorio.
José María Ballester

DOSSIER DE PRENSA 

Santander, 23 – 25 de Agosto 2006 – Palacio de La Magdalena – U.I.M.P.

La idea misma de sostenibilidad, le necesidad de conciliar esa sostenibilidad con una gestión adecuada de los diferentes recursos y la deseable transversalidad de las intervenciones, conducen hacia una nueva aproximación patrimonial del territorio. En los nuevos procesos de desarrollo, la noción amplia de patrimonio – tanto natural como cultural – se percibe ya como una “inteligencia” del territorio, como una forma de entender el territorio, que integra en un mismo concepto los recursos naturales, los recursos culturales, y el conjunto de los procesos, obra del tiempo o del hombre, que han configurado el territorio hasta el estado en que nosotros lo hemos recibido.

Hay factores que desempeñan un papel central en esa nueva concepción. En primer lugar, la noción misma de paisaje, que la exigencia social convierte en elemento integrador y envolvente de cualquier aproximación o de cualquier intervención en el territorio. Una noción abierta, que implica un mayor conocimiento del medio natural, ya se trate de paisajes naturales, rurales, urbanos y periurbanos, como quiere el Convenio Europeo del Paisaje elaborado por el Consejo de Europa, que tiene en cuenta la percepción que los propios ciudadanos tienen de sus valores culturales y naturales y que hace primar, en cualquier proyecto de desarrollo, el interés social y general. Es decir, lo que siempre hemos denominado – y en este campo, casi, con mayor razón – bien común.

Ello requiere, tanto en el estudioso como en el planificador o gestor de cualquier proceso de desarrollo que – necesaria y lógicamente – implique cambios o modificaciones en el territorio, una actitud innovadora, tanto en lo que se refiere a la ya mencionada identificación del medio y valoración de los recursos, como en lo que se refiere a su integración en un proyecto común de sociedad. Un proyecto de sociedad que tiene – debería tener, al menos – mucho que ver con la calidad de vida de los ciudadanos y que debería constituir el objetivo primero de cualquier promotor o gestor de desarrollo.

Esa nueva concepción del territorio – nueva “cultura del territorio” como quiere el reciente Manifiesto firmado por un grupo multidisciplinar de expertos, a iniciativa de la Asociación y del Colegio de Geógrafos Españoles – sólo puede consolidarse a través de una planificación innovadora del desarrollo, cualquiera que sea su objetivo o finalidad. La realidad nos muestra, sin embargo, como los recursos culturales se conjugan todavía de una manera arcaica y obsoleta con los recursos naturales, de manera aislada y, muchas veces, de manera unidireccional, en procesos tan irreversibles como ajenos a la idea misma de sostenibilidad. Faltan modelos de desarrollo que se inscriban plenamente en esta nueva tendencia.

Es una tendencia especialmente visible en materia de planificación urbana y de ordenación del territorio, pero que emerge en muchos otros campos, disciplinas y sectores. Uno de esos campos es, precisamente, el denominado turismo cultural, tantas veces sometido a debate en el curso de los últimos años, sin que pueda decirse -a pesar de haberse producido iniciativas, proyectos y hasta declaraciones muy positivas– que dispongamos ya de un corpus de doctrina, avalado por la experiencia, y que se traduzca en estrategias, políticas y prácticas de validez general o, cuando menos, transferibles. Así, hemos visto como el patrimonio cultural o natural, en sus múltiples categorías, tiende a convertirse en un mero producto, en un producto de consumo turístico, en un destino abierto al turismo de masas y abocado, las más de las veces –de una forma que parece irreversible– a proceso creciente y sin duda lucrativo, de “tematización”.

Promover una visión innovadora y trasversal de los recursos culturales y naturales en un contexto territorial, analizando nuevas formas de turismo y nuevos productos que escapen a esa tentación progresiva de “tematización”, es el objetivo del VI Foro “Cultura y Naturaleza”, que organiza la Asociación Plaza Porticada, en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo. Para ello, hemos querido recoger algunas tentativas y propuestas que se plantean de manera innovadora y, algunas, con éxito ya reconocido. Desde el turismo religioso – especialmente relevante este año en Cantabria, con motivo del Año Santo Lebaniego – al turismo literario, del que es un buen ejemplo la dinámica lanzada en torno a San Millán de la Cogolla, pasando por nuevas opciones de turismo, como el turismo de paisaje – un turismo que no se limite a admirar la belleza de unos parajes, sino a conocer y desentrañar el sentido, la historia y el significado de unos espacios determinados – hasta el turismo de salud o de bienestar, que responde a esa nueva tendencia social que asocia el bienestar físico a la calidad de vida, como realización personal e individual.

Conoceremos la experiencia de dos ciudades históricas, de rango y nivel diferente, que se muestran hoy como modelo de planificación: la ciudad de Maastricht, en los Países Bajos y el conjunto urbano-rural de Albarracín. En ambos casos se ha tratado de buscar un equilibrio, que pasaba por definir determinadas estrategias turísticas. Por su parte, el programa de Itinerarios Culturales del Consejo de Europa constituye, ya, una dinámica que se consolida en muchos países europeos, no sólo como filosofía y como instrumento que busque, en la valoración de experiencias históricas compartidas y visibles, una contribución a la construcción europea, sino una forma de diversificar –en una perspectiva trasnacional– los flujos turísticos que buscan, precisamente, los valores culturales y naturales.

Invitar a los representantes de las políticas turísticas a nivel del Reino de España, a personalidades que han reflexionado sobre esta problemática desde puestos de decisión o de discusión a nivel parlamentario, para debatir la concepción, la metodología, los mecanismos y los instrumentos aplicados en el desarrollo de estas iniciativas y experiencias, será el eje vertebrador de este Foro que, por VI vez, organiza la Asociación Plaza Porticada en la Universidad Menéndez y Pelayo de Santander.

José María Ballester
 

DOSSIER DE PRENSA 

Santander, 21 – 23 de julio 2004 – Palacio de La Magdalena – U.I.M.P.

En la línea de reflexión sobre las políticas y las prácticas de patrimonio cultural y natural iniciada en los Foros precedentes, la Asociación Cultural Plaza Porticada se plantea en esta edición debatir sobre las buenas prácticas en materia de turismo cultural y natural.

Nos hallamos ante el encuentro de dos fenómenos sociales: La convergencia progresiva de la gestión y del uso del patrimonio cultural y natural, fundidos en una misma inteligencia del territorio, y el desarrollo turístico que, al crecer, va abandonando el denominado turismo de ”sol y playa” para buscar nuevos destinos y nuevas metas, con una clara tendencia hacia el turismo cultural y natural, verde o ecológico.

Esta tendencia exige nuevos modelos, nuevas formas de desarrollo y nuevos comportamientos sociales. La diversificación de los flujos turísticos, la elaboración de una oferta sostenible -que concilie la conservación de los bienes culturales y naturales con el legítimo desarrollo y bienestar de las comunidades y de los territorios afectados- son algunos de los retos que nuestro tiempo ha de asumir.

Existen modelos y ejemplos ya experimentados en Europa. Las escalas de proximidad parecen ser la clave para lograr el desarrollo de nuevos modelos. Y el marco regional se perfila como uno de los más adecuados.

Este Foro propone un debate sobre buenas prácticas en la materia, a partir de una región, Charente-Maritime, perteneciente a nuestro ámbito cultural y natural, que ha logrado resultados significativos, y la situación en varios puntos concretos de la región de Cantabria, donde se celebra este Foro.

Junto a representantes de ambas regiones, se ha invitado a un grupo de expertos españoles y europeos de reconocido prestigio que discutirán activamente sobre la problemática, las ventajas y los inconvenientes de las nuevas tendencias turísticas que inciden directamente sobre nuestros bienes culturales y naturales.

 
José María Ballester
 

DOSSIER DE PRENSA 

Santander, 21 – 24 de agosto 2002 – Palacio de La Magdalena – U.I.M.P.

“El día 20 de octubre del año 2000 y por decisión de su Comité de Ministros, el Consejo de Europa abrió a la firma en Florencia un nuevo tratado internacional: el Convenio Europeo del Paisaje, ya denominado Convenio de Florencia.

Este Convenio viene a completar la serie de Convenios del Consejo de Europa dedicados a la salvaguarda del Patrimonio Cultural y Natural: el Convenio relativo a la Conservación de la Vida Silvestre y del Medio Natural en Europa, (Convenio de Berna, de 1980); el Convenio para la Salvaguarda del Patrimonio Arquitectónico, (Convenio de Granada, de 1985) y el nuevo Convenio para la Protección del Patrimonio Arqueológico de Europa, (Convenio de La Valleta, de 1992), que reemplaza el abierto a la firma en Londres en 1969 sobre esta misma materia.

El Convenio Europeo del Paisaje plantea la percepción y protección del patrimonio, tanto natural como cultural en términos de inteligencia del territorio. Intenta dar una respuesta a la transformación intensa – y no siempre afortunada –que los paisajes europeos han experimentado en el curso de los últimos cincuenta años. Los cambios en el territorio se han acelerado como consecuencia del importante desarrollo industrial y urbano, de la intensificación de la agricultura y de la introducción de nuevas técnicas forestales. La forma en que estas modificaciones se han llevado y la ausencia, tantas veces, de criterios de sostenibilidad en los procesos de desarrollo, han provocado la degradación estética y medioambiental de muchos paisajes y la desaparición de elementos de interés paisajístico, (paredes secas, setos, árboles singulares, sotos fluviales, dehesas, etc.), cuando no de paisajes enteros.

La necesidad de nuevas políticas y de estrategias globales que incluyan el paisaje – síntesis de lo natural y lo cultural – y aporten esa nueva inteligencia del territorio a que nos hemos referido, llevó al Consejo de Europa, con el apoyo de sus Estados miembros, a proponer este nuevo Convenio internacional, que diera una respuesta política y jurídica a estos retos y, sobre todo, a las expectativas manifestadas en este campo por los ciudadanos europeos.

El Convenio Europeo del Paisaje, firmado ya por 24 Estados miembros del Consejo de Europa y ratificado por tres de ellos – Noruega, Moldova e Irlanda – en el momento de redactar este texto, propone unas líneas de acción comunes con vistas a una moderna gestión del paisaje, que aumente la calidad paisajística en el conjunto del territorio europeo e inicie una nueva cooperación entre los diferentes Estados que sean Parte contratante del Convenio.

El Convenio propone una gestión integrada y global del paisaje europeo, tanto natural o rural, como urbano y periurbano, fija unos objetivos de calidad, deja una gran libertad a las Partes contratantes en lo que se refiere a los mecanismos jurídicos y financieros que exige su aplicación y confiere una importancia singular a la participación de los ciudadanos.

Dada su naturaleza multidisciplinar, su carácter innovador y la aproximación intersectorial que propone, el Convenio no es un instrumento de fácil aplicación. Implica una nueva manera de abordar no ya sus propios objetivos de calidad paisajística, sino la forma de abordar problemas muy complejos de desarrollo regional y de ordenación del territorio.

Este Foro pretende desarrollar el diálogo en torno al concepto de paisaje, analizar parte de la problemática que plantea su aplicación y estimular, a través de una discusión abierta, a las Administraciones competentes en la materia, tanto en el ámbito del Estado, como de las Comunidades Autónomas y a los actores de la sociedad civil, así como la dinámica de firma y de ratificación por parte de los Estados miembros del Consejo de Europa, cuyo Congreso Permanente de Poderes Locales y Regionales lanzó la iniciativa y los trabajos preparatorios del Convenio”.

José María Ballester
 

DOSSIER DE PRENSA 

CONCLUSIONES

Santander, 14, 15 y 16 de Septiembre 2000 – Palacio de La Magdalena – U.I.M.P.

Las interacciones cada día más numerosas entre el mundo de la cultura y la problemática del Medio Ambiente llevaron a Plaza Porticada y a la Agencia Europea de la Cultura a crear en 1997 en Santander un Foro que con el nombre de Cultura de la Naturaleza se proponía de promover el análisis y subrayar la importancia de ese nuevo y decisivo campo de la realidad contemporánea.

Desde entonces una serie de actividades y de modo principal dos reuniones del Foro en Santander, la primera en Septiembre de 1997 sobre Medio Ambiente, Cultura y Turismo y la segunda en Julio de 1998 sobre Un Paradigma ecocultural conjuntamente con el Simposio Dinámica del Patrimonio y Sociedad Civil en Julio de 1999 también en Santander, han sentado las bases de una acción cuya significación y relevancia han quedado ya bien patente.

Después de haber analizado las grandes categorías del nuevo ámbito y de haber insistido en la interpretación y vínculos que a través de su concepto amplio establece con otros sectores de la realidad, ha definido las lineas básicas del nuevo paradigma ecocultural ha explorado la función que el turismo desempeña en él y ha abordado la trama de las relaciones que mantiene con la sociedad civil, tomando pie en el rol que los actores de base tienen en la defensa y activación del patrimonio.

Este año, en su tercera edición, el Foro se ha fijado como núcleo central La Cultura de la Mar, que es quizás el espacio natural más desasistido en la actualidad, por lo que la reivindicación cultural de ese ámbito de tan gran importancia aparece como un imperativo capital de nuestra contemporaneidad. Tanto más, cuanto que los componentes, tanto materiales como inmateriales, con que ya cuenta son abundantísimos y muy valiosos. Las artes, la literatura, el urbanismo y las arquitecturas navales, la salvaguarda de los patrimonios portuarios, litorales y flotantes, la arqueología marina y submarina, la artesanía (sus saberes y prácticas al igual que sus productos), los modos de vida, desde la gastronomía hasta la moda pasando por un amplísimo repertorio de usos y tradiciones que han generado un denso y variado inventario de realizaciones, expresión de la riqueza y diversidad de la identidad cultural europea.

El Foro pretende diseñar un proyecto para la protección y desarrollo de esa cultura específica y para el lanzamiento de una serie de acciones que, asociando organizaciones marítimas, culturales, medioambientales, turísticas, etc. tanto la condición pública como privada, le den una mayor vigencia.
Durante la preparación del Foro han ido surgiendo una serie de propuestas que deberán ser examinadas y reelaboradas durante las sesiones del mismo. Entre ellas:

  • La constitución de un Banco de Datos sobre diversos componentes naturales y civilizatorios, materiales e inmateriales de la Cultura del Mar, así como las principales acciones en curso en este ámbito.
  • La creación de un grupo de reflexión para la transmisión a las nuevas generaciones de la Cultura de la Mar.
  • El lanzamiento de diversos itinerarios, tanto marítimos como terrestres, que, basándose en las antiguas rutas marítimas y enlazando entre sí los puertos y los lugares más eminentes de la Cultura de la Mar, den cuenta de la significación y de la importancia de esta nueva área cultural.
  • La elaboración de una Carta Cultural de la Mar que siente los principios y mecanismos para luchar contra las poluciones marítimas de origen exógeno.
  • La formulación de un Programa General para la coordinación de las acciones en este ámbito en el que puedan apoyarse los actores concernidos por la Cultura de la Mar.

Con el fin de preparar dichas propuestas y sobre todo ponerlas en marcha, el Foro ha querido invitar a los responsables nacionales, regionales y locales del medio marino y del patrimonio náutico, a los especialistas en su interpretación y difusión, a los etnólogos, a los profesionales de la talasoterapia y a los expertos en gastronomía marítima, a los navegantes, a los promotores de acontecimientos y de actividades, incluidas las turísticas, relacionadas con el mar. Nuestro propósito y nuestra esperanza es asociarlos a un proyecto tan urgente como necesario.

 José Vidal-Beneyto
Gérard de Puymège
 

DOSSIER DE PRENSA 

CONCLUSIONES Y PROPUESTAS 

Santander, 3 y 4 de Julio de 1998 – Palacio de La Magdalena – U.I.M.P.

Esta segunda edición del Foro Cultura y Naturaleza busca, como su título indica, concretar las propuestas que pueden dar Carta de naturaleza, teórica y práctica, al paradigma ecocultural.

Después de haber presentado el pasado año, también aquí en Santander, la problemática de este nuevo ámbito, nos proponemos ahora, adentrarnos en él, estableciendo el conjunto de principios susceptibles de asentarlo.

Al mismo tiempo queremos proponer un programa de trabajo concreto que comience a darle cuerpo partiendo de la realidad en la que nace: Cantabria como núcleo central de la España verde.

El proyecto del que este Foro es instrumento principal, debe apoyarse en las iniciativas, algunas muy valiosas, que lo han precedido. En este sentido el análisis y discusión de las Cartas de que disponemos en el campo de la Cultura y Medio Ambiente, la comparación de las políticas, públicas y privadas, de ambos sectores y el examen de algunas realizaciones ejemplares constituyen un punto de partida imperativo para nuestro trabajo.

Por lo demás el Foro aspira a colaborar y asociarse con las organizaciones e iniciativas que persiguen las mismas metas e intentan conseguir los mismos objetivos.

El Foro de este año dado su carácter técnico y su vocación operativa, representa una oportunidad para la búsqueda de esa asociación y para la creación de una red cuya acción será fundamental para dar vida a esa pareja difícil pero necesaria que representan la Cultura y el Medio Ambiente.

José Vidal-Beneyto
 

DOSSIER DE PRENSA 

Santander, 11 – 14 de Septiembre de 1997 – Palacio de La Magdalena – U.I.M.P.

Salimos del siglo XX con un equipaje cargado de peligros, problemas, crisis, perplejidades. Pero también de promesas y esperanzas. Aunque la urgencia del acontecer contemporáneo y la condición negativa que la sociedad mediática impone a los hechos y procesos que selecciona y presenta, impide que percibamos la alternativa positiva, el reverso esperanzador que acompaña ese anverso amenazante. Y que sin embargo está ahí, pugnando por ver la luz, por ganar el espacio que su cumplimiento reclama y equilibrar con ello la visión catastrófica del futuro, propia del inicio de todos los milenios. También del tercero que vamos a estrenar dentro de 840 días.

El Foro, que en este programa se propone, pretende contribuir al alumbramiento de un ámbito, que corresponde a la vertiente más alentadora e ilusionante de nuestro porvenir y cuya emergencia, como las puntas del iceberg, aparece de forma tímida y dispersa en muy diversos lugares y circunstancias. Sin embargo el carácter común que parecen tener nos permite adivinar la magnitud e importancia del territorio que delatan, que ya no tiene su centro al Hombre moderno con sus artes y productos, dominador y omnipotente, insaciable y devastador, ni tampoco a la Tierra, medio natural hostil e implacable, ni al irreconciliable antagonismo de ambos. Su centro lo preside la concordia que ha producido la interacción entre la solidaridad humana y la cultura de la naturaleza. No se trata de la reconciliación entre el ejercicio de lo humano a través de la práctica cultural y la reivindicación del medio ambiente, ni tampoco de la restauración de unos vínculos que nunca existieron.

El territorio que estamos comenzando a explorar ha hecho la última revolución fusionando las dos grandes leyes del amor, a que se refiere Michel Serres en uno de los textos que forman parte de nuestros “Materiales para un Foro”. La primera “amaos los unos a los otros” sólo cobra pleno sentido en y desde la segunda “amad a la tierra como a vosotros mismos”. Desde esta doble norma, cabe fundar teóricamente este nuevo ámbito, verdadero antónimo del imperialismo tecno-economista al uso, ámbito cuya plena existencia supone una instauración radical que se apoya en dos categorías centrales: la perspectiva ecocultural y el desarrollo sostenible.

El Foro se organiza en seis sesiones de trabajo, más el momento inaugural y el de clausura. La perspectiva teórica; la exposición de algunos procesos y prácticas como ilustración de la fecunda interacción de medio ambiente y cultura; los principios e intervenciones de los actores culturales y sociales, por una parte, y de las instancias territoriales –regiones y municipios- por otra; el turismo, como piedra de toque y banco de pruebas de la posible operatividad del nuevo ámbito que tiene como punto de partida el turismo cultural y el turismo verde, como referencia permanente el turismo sostenible, y como punto de llegada el turismo ecocultural; representan los nódulos principales del itinerario lectivo propuesto en este programa.

El Foro de Santander, aunque su apariencia pueda prestar a engaño, nada tiene que ver con un seminario académico o con un coloquio intelectual. Se trata de un encuentro-debate, de una Mesa redonda de intercambios de opiniones y experiencias que reúne a responsables de instituciones públicas nacionales e internacionales, de asociaciones privadas, de expertos y de operadores de los dos grandes campos convocados, la cultura y la naturaleza, y de un sector, el turismo, en el que ambos han convergido en los tres últimos decenios, para su bien y en ocasiones para su mal.

Su propósito fundamental, por no decir exclusivo, es la confirmación del nuevo ámbito, al que el Foro apela, mediante la elaboración de un programa, lo más concreto posible, en el que se comprometan y participen el mayor número posible de los asistentes (organizaciones y personas) y al que se incorporen después cuantos se sientan concernidos por su opción y objetivos.

Todo ello partiendo de Cantabria como promotor y soporte de una acción, que es España tiene legitimidad y sentido desde la reivindicación pionera de la España verde, que a lo largo de toda la Cornisa Cantábrica representa un espacio privilegiado, un laboratorio excepcional para el lanzamiento antes que nada de nuevas formas de interacción entre cultura y naturaleza. Pero también para el descubrimiento de un modo de relaciones hombre-tierra y para la institución de procesos y comportamientos alternativos basados en la ética de la responsabilidad susceptibles de dar respuesta al mayor desafío del siglo próximo: el de una tierra-humana, el de un hombre-natural.

José Vidal-Beneyto
Jaques Leenhardt
 

DOSSIER DE PRENSA 

DECLARACIÓN DEL SANTANDER